viernes, 6 de diciembre de 2013

Leyenda de San Nicolás y San Casiano




Hoy viernes 6 de diciembre, con motivo de la festividad de San Nicolás de Bari, traigo esta sugerente leyenda de la tradición rusa, según la interpretó un pensador ruso de finales del siglo XIX. 

Con las diferencias de espiritualidad entre los cristianos de occidente y los cristianos de oriente de fondo, Vladimir Soloviov, en el primer capítulo de su obra Rusia y la Iglesia universal, relata la leyenda de San Nicolás y San Casiano. La espiritualidad bizantina, con base en los padres del desierto y heredada por las iglesias ortodoxas, consiste fundamentalmente en la contemplación. Sólo hay una forma de monacato en el cristianismo oriental, y es fundamentalmente contemplativa, eremítica, conocida como Hesicasmo. La palabra Hesicasmo deriva del griego ἡσυχία (hesijía), que significa quietud, paz, vida tranquila lejos del mundanal ruido. Animados con la llamada de San Pablo a orar en todo momento, los monjes hesicastas han desarrollado la oración de Jesús, que mediante la repetición constante de unas fórmulas, la más destacada de las cuales es “Señor Jesús, ten piedad de mi, pecador”, se identifica primero con la respiración, y después con los latidos del corazón. Por esta razón también es conocida como la oración del corazón. Sin embargo, la espiritualidad cristiana occidental, aunque no ha desarrollado un método de meditación tan sofisticado, es más variada y presenta un importante desarrollo del ejercicio de la caridad cristiana con los pobres, los enfermos, los presos y los últimos de la sociedad en general. Los monjes y las monjas occidentales no “rehúyen” el mundo, sino que se adentran en él para ejercer la caridad. 

La antigua leyenda rusa cuenta que iban caminando San Casiano y San Nicolás, hablando sobre asuntos celestiales. Durante el camino, encontraron a un hombre en apuros, pues la carreta de heno que llevaba se había quedado atascada en el barro y él era incapaz por sí solo de sacarlo y ponerlo de nuevo en marcha. Ante ello, San Nicolás fue resuelto a ayudar al hombre en apuros, mientras que San Casiano se cuidó muy bien de hacerlo por miedo a que su clámide quedara manchada. La leyenda cuenta que al final, cuando los dos santos ascendieron al cielo y se hallaron ante San Pedro, éste, sorprendido, preguntó qué había ocurrido y escuchó el relato que ambos le contaron. San Pedro decidió entonces premiar con dos festividades anuales al nombre de San Nicolás por no haber tenido miedo de ensuciar su clámide de lodo con tal de ayudar al prójimo, mientras que a San Casiano le otorgó una sola festividad cada cuatro años, tan sólo los años bisiestos. 

En esta leyenda rusa, Soloviov identifica la tradición hesicasta con la figura de San Casiano, quien permanece impoluto, sin mancha, alejado del barro de la tierra y con los ojos clavados en la pureza del cielo. Frente al hesicasmo, Soloviov muestra a San Nicolás, quien, sin dejar de alzar la mirada a las alturas celestes, también se mezcla en el barro y se mancha, actúa en el mundo para mejorarlo. Con ello, el pensador ruso pretende dar valor a la práctica de una vida a la vez contemplativa y comprometida con el prójimo, una vida de recogimiento y a la vez de acción en el mundo –representada por San Nicolás-, frente a la tradición hesicasta –representada por San Casiano- que generalmente se ha centrado en la práctica ascética y ha abandonado la acción caritativa en el mundo. En efecto, según cuenta el Evangelio, el pastor que cuida del rebaño debe conocer a cada una de sus ovejas, y sólo el pastor que vive entre sus ovejas puede tener verdadero conocimiento de ellas. Y el que vive entre las ovejas no puede evitar que el olor a oveja se incruste en su ropa, así como Cristo asumió todo cuanto pertenece a la naturaleza humana por amor a la humanidad.  

2 comentarios:

  1. Es una leyenda muy bonita. Pienso que la postura de San Nicolás es la que deberíamos adoptar hoy en día ya que la mayoría nos quedamos en la simple crítica sin pasar a la acción, lo cual no cambia en nada las cosas. Es mejor cambiar las cosas con pequeños actos que pasarse una vida teorizando sin involucrarse de verdad nunca en nada.

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  2. Tienes razón, Nana, como el dicho popular: "A Dios rezando, sí, pero con el mazo dando". Los actos son las mejores palabras.

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