Hoy
viernes 6 de diciembre, con motivo de la festividad de San Nicolás de Bari, traigo
esta sugerente leyenda de la tradición rusa, según la interpretó un pensador
ruso de finales del siglo XIX.
Con
las diferencias de espiritualidad entre los cristianos de occidente y los
cristianos de oriente de fondo, Vladimir Soloviov, en el primer capítulo de su obra Rusia y la Iglesia universal, relata la
leyenda de San Nicolás y San Casiano. La espiritualidad bizantina, con base en
los padres del desierto y heredada por las iglesias ortodoxas, consiste
fundamentalmente en la contemplación. Sólo hay una forma de monacato en el
cristianismo oriental, y es fundamentalmente contemplativa, eremítica, conocida
como Hesicasmo. La palabra Hesicasmo deriva del griego ἡσυχία (hesijía), que
significa quietud, paz, vida tranquila lejos del mundanal ruido. Animados con
la llamada de San Pablo a orar en todo momento, los monjes hesicastas han
desarrollado la oración de Jesús, que mediante la repetición constante de unas
fórmulas, la más destacada de las cuales es “Señor Jesús, ten piedad de mi,
pecador”, se identifica primero con la respiración, y después con los latidos
del corazón. Por esta razón también es conocida como la oración del corazón. Sin
embargo, la espiritualidad cristiana occidental, aunque no ha desarrollado un
método de meditación tan sofisticado, es más variada y presenta un importante
desarrollo del ejercicio de la caridad cristiana con los pobres, los enfermos,
los presos y los últimos de la sociedad en general. Los monjes y las monjas
occidentales no “rehúyen” el mundo, sino que se adentran en él para ejercer la
caridad.
La
antigua leyenda rusa cuenta que iban caminando San Casiano y San Nicolás,
hablando sobre asuntos celestiales. Durante el camino, encontraron a un hombre
en apuros, pues la carreta de heno que llevaba se había quedado atascada en el
barro y él era incapaz por sí solo de sacarlo y ponerlo de nuevo en marcha. Ante
ello, San Nicolás fue resuelto a ayudar al hombre en apuros, mientras que San
Casiano se cuidó muy bien de hacerlo por miedo a que su clámide quedara
manchada. La leyenda cuenta que al final, cuando los dos santos ascendieron al
cielo y se hallaron ante San Pedro, éste, sorprendido, preguntó qué había
ocurrido y escuchó el relato que ambos le contaron. San Pedro decidió entonces
premiar con dos festividades anuales al nombre de San Nicolás por no haber
tenido miedo de ensuciar su clámide de lodo con tal de ayudar al prójimo,
mientras que a San Casiano le otorgó una sola festividad cada cuatro años, tan
sólo los años bisiestos.
En
esta leyenda rusa, Soloviov identifica la tradición hesicasta con la figura de
San Casiano, quien permanece impoluto, sin mancha, alejado del barro de la
tierra y con los ojos clavados en la pureza del cielo. Frente al hesicasmo,
Soloviov muestra a San Nicolás, quien, sin dejar de alzar la mirada a las
alturas celestes, también se mezcla en el barro y se mancha, actúa en el mundo
para mejorarlo. Con ello, el pensador ruso pretende dar valor a la práctica de
una vida a la vez contemplativa y comprometida con el prójimo, una vida de
recogimiento y a la vez de acción en el mundo –representada por San Nicolás-,
frente a la tradición hesicasta –representada por San Casiano- que generalmente
se ha centrado en la práctica ascética y ha abandonado la acción caritativa en
el mundo. En efecto, según cuenta el Evangelio, el pastor que cuida del rebaño debe
conocer a cada una de sus ovejas, y sólo el pastor que vive entre sus ovejas puede
tener verdadero conocimiento de ellas. Y el que vive entre las ovejas no puede
evitar que el olor a oveja se incruste en su ropa, así como Cristo asumió todo cuanto
pertenece a la naturaleza humana por amor a la humanidad.
Es una leyenda muy bonita. Pienso que la postura de San Nicolás es la que deberíamos adoptar hoy en día ya que la mayoría nos quedamos en la simple crítica sin pasar a la acción, lo cual no cambia en nada las cosas. Es mejor cambiar las cosas con pequeños actos que pasarse una vida teorizando sin involucrarse de verdad nunca en nada.
ResponderEliminarTienes razón, Nana, como el dicho popular: "A Dios rezando, sí, pero con el mazo dando". Los actos son las mejores palabras.
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